martes, 22 de enero de 2008

Serie 3ª: Profiterol 1

Él es quien nos abre la cara, quien nos lava el cielo. Ha purificado sin que nadie se lo pidiese, en su bondad de alcornoque —de alcornoque bondadoso, se entiende—, los playmobil, la Nancy. Es el encanto que habitaba un rincón de la terraza, más o menos próxima a las arañitas de espuma, a las tortugas podridas.
Él nos ama escpoetao como un meteoro, y le vemos surcando el cariño cuando, inevitablemente, le hemos abierto la cabeza a nuestro hermano —¡tan y tan normal!— y a nuestro hermano —sin Piedra Rosetta que valga— y otra vez a nuestro hermano —¿por qué, di, Todotanguino, buhonero de cartones, encargado melianero? ¿Por qué?— con una miguita de nada, y además tirada así como sin gracia, sin apuntar siquiera.
Pero no hay razones para detenerse, y le llamamos; imploramos su perfecta programación doble, su «haz el favor de salir de la cama, coño». Y, aunque el genio de las Iluminaciones tengan mucho que ver con todo esto, su luz. ¡Su luz!
Y que no se irá. Él no cabrá jamás en ninguna línea recta, como vómito, como pus, como pis. No tendrá ni tiene migrañas de alquiler, ni a plazo fijo. Su «cada vez que no te tiras un pedote me das más asco» —bendito pan—.
Y nosotros aquí, de pie, en la cola para ir al baño, agarrando de una esquina y por los pelos su «no me escuchas, no me escuchas», pisando fuerte su «por fin has llegado» para que no se lo lleve el viento. Convencidos de que hay que perseguir su respiración, su grupo sanguíneo, su cuerpo, su luz.


Hijo del Gran Profiterol: Curro

3 comentarios:

Jana Montesinos dijo...

Siento diferir de tu profiterol, maese Curro, pero yo la única Nancy que conozco es pelirroja y no la han purificado, bueno, a no ser que el baño bautismal desde una bicicleta la purificase. No sé, habrá que preguntárselo cuando deje de salivar al norte.

Anónimo dijo...

Ja, ja, ja...
Sí, habrá que preguntárselo.
Qué cabrona!

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.